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Blancanieves dijo no

(Por Carlos Resio) A principios de mayo se conoció la noticia acerca de la decisión de la Disney de eliminar la escena en que el príncipe besa a Blancanieves y la despierta de su estado catatónico de sus atracciones en su famoso parque. No es la primera ni la única medida que toma la compañía de entretenimientos. Ya había retirado de algunos de sus catálogos a personajes como Dumbo, Peter Pan y Los Aristogatos por tener contenidos racistas y xenófobos. En otros tiempos los dibujos y personajes resultaban de los mas inocentes pero los tiempos cambian, el mercado impone sus reglas y negocios son negocios.

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Carlos Resio en La 99.3 el 2 de junio de 2021

Agregado al margen, la Bella durmiente en la versión original de su creador, Giambatistta Basile, es encontrada durmiendo por un rey que pasa por el lugar pero en vez de despertarla, la viola y la deja abandonada sin despertarla y luego al enterarse del embarazo de la doncella el rey llega a un acuerdo y la toma como esposa. No era una historia que pudiera contarse a les niñes por lo que Perrault primero y los hermanos Grimm luego, transformaron la violación en un inocente beso sin consentimiento que parece no haber llamado la atención hasta 4 siglos después.

Volviendo a la noticia de Blancanieves, me resultaron interesante primero que el hecho despierte la polémica no solo entre quienes lo consideraron una sobreactuación innecesaria de la empresa sino también la que presenta la grieta en el ámbito feminista reavivando la discusión sobre la cancelación y por otro lado, y en ello me voy a detener, la reacción violenta de quienes comenzaron a realizar bromas y difundir memes en contra de los reclamos por los derechos de las mujeres como si se estuvieran esperando algún hecho o motivo para expresar su rechazo contra cualquier intento de eliminar la misoginia y el sesgo machista que impregna nuestra vieja cultura patriarcal.

Y es que este tipo de polémica, aunque aparentemente sin importancia, expone y deja a la intemperie a aquelles que se niegan a sumarse a la pelea por la eliminación del machismo, las desiguales relaciones de poder que impone el patriarcado y cualquier señal que vaya en ese sentido. La violencia contra las mujeres, diversidades sexuales y disidencias es un rasgo cultural que llevará mas o menos tiempo eliminar pero su supresión logrará consolidarse cuando se salga del ámbito militante para impregnar la conciencia colectiva, algo que aún no se ha logrado y tiene consecuencias que nos interpelan a los gritos aunque las sociedades parecieran no registrarlas.

Para tomar uno solo de los aspectos a los que nos referimos, la UNICEF informa que alrededor de 700 millones de mujeres se casaron antes de haber cumplido los 18 años y en Latinoamérica el fenómenoalcanza el 24%. Esta situación puede ser a su vez desagregada por niveles socioeconómicos y se demuestra que la gran mayoría de los hechos se dan en el sector de menores ingresos y condiciones. Nuestro país no es de los mas afectados por este fenómeno llegando al 5% pero, particularmente, la provincia de Misiones es la que ostenta los más altos índices de casamiento de niñas menores de 18 años, en muchos casos con varones que las duplican en edad, llegando al 7,2% Así lo muestra un artículo del diario Primera Edición del 22 de mayo último en el que toma el informe de la Fundación para estudio e investigación de la mujer (FEIM) presidida por la médica Mabel Bianco publicado por la Agencia Télam. En el informe se establece que, si bien muchas veces las uniones tienen viso de legalidad, las consecuencias para las mujeres suelen ser su vulnerabilidad a la violencia intrafamiliar, embarazos precoces, enfermedades de transmisión sexual, trata y pérdida de sus derechos de realización y desarrollo ya que en la mayoría de los casos abandonan sus estudios para dedicarse a tareas de cuidado por lo menos. Estas circunstancias no alcanzan para obtener el rechazo generalizado de la sociedad sino que se naturaliza y muchas veces se mira con indulgencia esta realidad quedando solo en la mira crítica de organizaciones especializadas y militantes por los derechos de las mujeres y solamente causan algún impacto social los casos graves de violencia aunque solo mientras se mantenga la noticia en los medios.

Los avances logrados en los últimos años aún no se han consolidado en las instituciones oficiales. La justicia misionera ha dado sobradas muestras de machismo y misoginia en los casos de Victoria Aguirre y María Ovando. Tampoco se han visto esfuerzos contundentes en el sistema educativo ya que a 14 años de la promulgación de la ley por la Educación Sexual Integral aún no ha tenido el desarrollo esperado, mostrando una implementación parcial y deficiente, quizá por la falta de determinación oficial pero también por el rechazo que recibe entre algunas instituciones, docentes, espacios religiosos y sociales. Este último déficit es especialmente grave ya que es en la educación de les niñes donde tenemos la oportunidad de cortar la transmisión de la cultura machista y la violencia sexista en todos los niveles sociales y por eso debería ser de incumbencia de todes.

Ahora miremos la parte que nos toca a les ciudadanes sin responsabilidades en la función pública. ¿Cuánto nos importa verdaderamente el tema y en qué medida nos involucramos?Indignarnos solo por lo que se muestra en los medios no es signo de involucramiento ya que después del disgusto volvemos al chiste misógino y sexista por las redes sociales o la burla y a veces el insulto para quienes, por ejemplo, utilizan el lenguaje no binario.

La historia de la lucha por los derechos de las mujeres tiene siglos. Una lucha en la que corrió mucha sangre, de mujeres, y contra la que se puso todo el aparato patriarcal en cualquier época y lugar donde se haya desarrollado. En nuestro país, desde el retorno de la democracia, no han sido pocos los logros obtenidos incluso  con la oposición de una parte de la sociedad que se resiste a partir de sus propios prejuicios a veces mezclados por el odio generado a través de los medios en función de la oposición política contra el espacio que dio lugar a que se consagren derechos que hasta hace pocos años se negaban a las mujeres, minorías sexuales y disidencias.

A esta altura ya es hora que sepamos que, en lo que se refiere a los derechos, la lucha se da en cada aspecto de la vida social y cultural. Las palabras, los símbolos estéticos, la educación y el mundo del trabajo, las religiones y las tradiciones son campos de batalla. El lenguaje no binario no es capricho de unas pocas feminazis que tienen el tupé de enfrentar a la Real academia española sino un señalamiento, un acicate a la conciencia que nos indica que la lengua puede ser usada como herramienta de sometimiento cuando invisibiliza la injusticia y la presencia en las calles de cientos de miles de mujeres no es una manifestación de “histeria” sino la materialización de un reclamo justo y mayoritario que había sido invisibilizado. Es imperativo de la época la toma de conciencia y nuestro firme posicionamiento. La pobreza y el subdesarrollo inclinan el terreno a favor de la cultura retrógrada y conservadora que concentra poder y riqueza sumiendo a mujeres y especialmente a niñas y niños en un sufrimiento que se transmite por generaciones. Debemos involucrarnos personalmente, estar atentos a las causas, y de esta forma con nuestro compromiso,más temprano que tarde, celebraremos que Blancanieves diga No.

Carlos Resio

Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3

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