sábado, noviembre 23, 2024
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Búmeran

Por Carlos Resio.

En mi última columna, que titulé El otro Joker y en la que reflexionamos acerca del resultado de las PASO, terminé pidiendo un mensaje claro por parte de la conducción UxP para que la militancia pudiera hacer suya la propuesta, llevarla a quienes son potenciales votantes, intentar sumarlos y aumentar así las posibilidades para que la fórmula Massa/Rossi acceda a una segunda vuelta y pueda seguir en carrera para frenar la embestida fascista que representan los otros dos espacios con posibilidades de triunfo. Digo la embestida fascista porque otra vez, y no solo en Argentina, la derecha neocolonialista está dispuesta a desempolvar viejos manuales de procedimientos para acceder al poder aunque esta vez las herramientas sean otras. Ya no usando a las fuerzas armadas sino ahora utilizando al sistema judicial, previamente configurado de forma paciente desde hace años y formado en la nueva escuela de las Américas que funciona en EEUU; el sistema de medios afines de comportamiento mercenario y con intereses comunes a sus mandantes; las redes sociales alimentadas con millones de dólares; la embajada norteamericana; el gran empresariado nacional cipayo y prebendario y una ciudadanía desamparada, desinformada y olvidadiza a la que se descuidó y cuya consciencia quedó a merced de un trabajo de alta especialización para invertir los valores que antes nos llevaron a ser un pueblo que pelea por no convertirse nuevamente en la factoría de ultramar que fue a inicios del siglo XIX y que hoy muchos conciudadanos confundidos llegan a reivindicar. A los mecanismos antes mencionados, para una nueva etapa de restauración conservadora se le agregarían las fuerzas de seguridad, que ya vienen mostrando sus uñas en las distintas jurisdicciones en que se han establecido laboratorios de ensayo como es el caso de Jujuy y algunos bolsones de policía brava en otras provincias, para imponer a palos, balas y sangre los preceptos que están anunciando decididamente.

Carlos Resio en La 99.3 el 30 de agosto de 2023

Una de las interpretaciones del fenómeno ocurrido en las PASO es que la ciudadanía expresó su enojo por el incumplimiento de las expectativas generadas con el triunfo del Frente de Todos en 2019 y estoy de acuerdo que en gran parte puede haber sido el motivo por el cual se perdieron casi 6 millones de votos con respecto a aquel año. Pero lo importante es analizar la forma en que ese enojo se corporiza quitando posibilidades al único espacio desde el cuál se puede seguir intentando un camino de desarrollo autónomo que lleve a esos enojados a satisfacer sus anhelos y recuperar, al menos en parte, lo perdido. No es aconsejable, para el dueño de un restaurante, romper toda la vajilla y echar al cocinero solo porque a este se le hayan quemado las milanesas. Este comportamiento se parece mucho al que está demostrando gran parte de la ciudadanía al darle la posibilidad a quienes traerían las ideas de teoría económica y sus ejecutores que utilizó el poder representante de intereses concentrados nacionales y extra nacionales durante las últimas dictaduras cívico militares, el menemismo y el macrismo durante los cuales se aniquilaron derechos de todo tipo, se concentró y primarizó la economía de forma dramática pero sobre todo se actuó sobre la consciencia nacional alejándola de los deseos de convertirnos en un país con desarrollo autónomo. La desmovilización lograda, primero con el terror y la desaparición de 30000 compañeres y luego a través de quimeras, represión y cantos de sirena, quitó dinamismo a la sociedad para que del debate, la participación y el compromiso ciudadano salieran a relucir las mejores tradiciones e ideas que configuraron una masa crítica caracterizó a nuestra sociedad y solo fue repuesta en parte con la aparición casi providencial de Nestor Kircher que abrió la puerta a un nuevo ciclo de carácter popular que duró 12 años y que en cierto modo fue desaprovechado para consolidar los valores de justicia social, independencia económica y soberanía política que enunció durante su primer discurso ante la asamblea legislativa y que luego honró con su gobierno y fueron continuados en los de Cristina Fernández. Digo que fue desaprovechado porque hoy, 20 años después del inicio de aquella experiencia, un alarmante número de electores nacidos en este milenio votaron a la imagen más grotesca y descarnada de todo contra lo que se luchó en los años del kirchnerismo, no solo en lo referido a lo económico sino, sobre todo, a lo cultural. El 56% de los votantes del esperpento tiene menos de 30 años y pasaron por el sistema educativo que les entregó casi 6 millones de netbooks y 80 millones de libros; recibieron programas progresar y pasaron por las aulas de las universidades públicas, muchas creadas durante el kirchnerismo.

¿Qué es lo que hace que se vote en contra de propios intereses? ¿Cómo es que no se relacionan causas con consecuencias? (remanida pregunta de esta columna) ¿Qué se hizo mal o no se hizo para que esto suceda?

El martilleo de la derecha acerca de que el campo nacional y popular es adoctrinador y envenena la cabeza de los jóvenes con ideas importadas es tan viejo como la injusticia.  Preclaros personajes de nuestra historia nacional como fueron Belgrano, Artigas, Alberdi, Miguel Ugarte, Arturo Jauretche y otros lo señalaron la forma de invertir la carga de este proceder ya que si hay sectores que formatean cabezas con sus inacabables recursos esos son la derecha y el poder imperial. ¿Cuántas veces escuchamos protestar a padres preocupados porque la escuela pública adoctrina jóvenes siendo que envía a sus hijos a colegios religiosos o militares? ¿Existe algo más adoctrinador?

Es absolutamente cierto que nuestro gobierno no ha cumplido con la promesa electoral por condicionamientos heredados pero también por su incapacidad de abordarlos, por su deficiente diseño institucional, por lo que nadie puede hacerse la distraída, y sobre todo por haberse apartado del electorado que lo consagró por querer distinguirse de la impronta kirchnerista, su principal componente electoral. Y este incumplimiento ha sido fuente de críticas internas, muchas veces irresponsablemente destructivas, pero sobre todo origen del enojo electoral. Pero no debió haber sido fuente del impulso autodestructivo sino de un nuevo intento por recuperar los valores de desarrollo democrático y de convivencia dañados gravemente durante el macrismo. Quizá sea ésta incompleta formación de conciencia popular lo que haya quitado la posibilidad de encauzar ese enojo hacia una salida virtuosa y entender que una cosa es un gobierno popular, nacional y democrático que comete errores y muestra incapacidad y otra cosa es una propuesta antitpopular, cipaya y violenta que ha tenido la virtud de hacer pensar a muchos trabajadores que la justicia social es equivalente a robar a unos para darles a otros y que es una aberración que debe ser entendida como el mal que los perjudica haciendo que el enojo vuelva como un búmeran y golpee la cabeza del inexperto lanzador.

Efectivamente el concepto de Justicia Social es una aberración, en el estricto sentido de su significado, que se refiere a una anomalía en el orden impuesto o por imponer por la derecha. Lo que no es aceptable es que el pueblo trabajador y postergado lo acepte como tal y empiece a pensar que las necesidades no generan derechos y que el reclamo y la protesta son cosas de revoltosos y delincuentes que deben ser perseguidos y encarcelados. ¿Cómo es que se llega a aceptar que la subsistencia, la protección y el afecto, de los cuales se derivan las necesidades básicas no deben ser derechos que todo ser humano tiene desde el momento de nacer y es la sociedad a través del estado quien debe asegurarlos? No es cierto que las necesidades son infinitas y no alcanzan los recursos para satisfacerlas, como cacareó desvergonzadamente Rosenkrantz. Los que son infinitos son los deseos de su señoría que no paga impuesto a los altos ingresos o de los multimillonarios que ni siquiera están dispuestos a dar el 1% de sus enormes capitales para ayudar a sus congéneres en una pandemia mientras un solo apellido, Blaquier, acomoda 7 yates de ultramar en un amarradero de Punta del Este con un valor promedio de un millón de dólares cada uno. Ante esta realidad el conocimiento y la convencida adopción por parte de la sociedad de los valores de la convivencia democrática y de justicia social harían imposible esta obscenidad y lo que sería una aberración es la impudicia de la familia Blaquier y no el concepto acuñado por el peronismo sustentado por siglos de lucha y de muertos. El neoliberalismo, que no es otra cosa que otra cara del capitalismo, es incompatible con la democracia y eso, bajo estas condiciones, no alcanza a comprenderse tan solo con un par de gobierno mejorando las condiciones de vida de su sociedad sino por un trabajo paciente y sostenido de formación ciudadana y de resistencia contra la reacción conservadora.

Hoy, pensar en una reversión de la conciencia popular parece un imposible. Pero mucho más imposible será si no ponemos freno al avance a la versión fascista del capitalismo que nos presentan las dos opciones con que nos enfrentamos en estas elecciones. Es cierto que Sergio Massa bien podría haber sido un funcionario de Rodríguez Larreta; pero optó trabajar con UxP de la que formamos parte aún quienes estamos lejos de su visión de las cosas y tenemos la chance de volver a crear las condiciones para volver a un ciclo popular desde el que, esta vez sí, dejemos el complejo y el temor de ser acusados de adoctrinadores por querer un pueblo formado en los valores basados en la Democracia, la Paz, la Igualdad y la Solidaridad entre los seres humanos y sus pueblos.

Es cierto que nos hemos recuperado de momentos históricos horribles antes que estos pero eso no nos da derecho a abandonar la pelea, darlo por perdido y esperar una nueva oportunidad después de la debacle. Porque después de cada caída se comienza desde un escalón más bajo y en ese descenso muchos de nuestros compatriotas quedarán con la nariz bajo el agua sin posibilidad de sobrevivir.

Que sea entonces por nosotros, por ellos y por quienes pelearon antes.

Carlos Resio

Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3

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