De Zaqueo y el pueblo que resiste
(Mariquita Torres) Cerca de quince minutos usó el cardenal Mario Poli en su homilia del Tedéum del 25 de Mayo ante el presidente Mauricio Macri y todo su gabinete. Bastó la lectura de la Parábola de Zaqueo para que el mensaje suene claro para quienes quisieron oírlo.
La celebración de los 208 años de la Patria tuvo dos momentos bien diferenciados en el escenario nacional. El primero ocurrió por la mañana y comenzó con la caminata del presidente Macri, su esposa Juliana Awada, y todo su gabinete desde la Casa Rosada hasta la Catedral Metropolitana para cumplir con el tradicional Tedéum.
La plaza de Mayo estaba vacía de público pero poblada de rejas y fuerzas de seguridad. Esa es una de las fotografías que dan testimonio del tiempo que vive la Argentina. En la Catedral, con rostros de circunstancias, Macri y sus colaboradores escucharon la homilía de Poli sin poder evitar algunos gestos de molestia, sobre todo en la primera mitad de las reflexiones.
Para contextualizar el pasaje bíblico elegido para la fecha, Poli contó que el publicano Zaqueo ejercía «un oficio despreciable, pues el dinero que recaudaban de sus conciudadanos iba a parar a las arcas romanas, no sin retener una buena parte de los impuestos, de modo que se enriquecían notablemente. Sin sentimientos religiosos, los publicanos eran indiferentes al patriotismo de sus conciudadanos que luchaban por obtener la libertad de su pueblo humillado”.
Los pocos segundos en que la cámara de la TV Pública se posó sobre Macri mostraron un rostro tenso, la mano derecha que no dejaba de moverse sobre el bastón de mando y la otra que se aferraba a la de Juliana Awada.
Todo lo demás era previsible. Poli fue contundente al insistir sobre la postura de la Iglesia Católica respecto al aborto. Macri, otra vez, no pudo hacer bien la señal de la cruz al cabo de una oración. Leyó un texto junto a representantes de otras religiones y al salir del templo colocó una ofrenda floral al pie de la tumba del Libertador José de San Martín. Todo duró apenas 40 minutos.
Un par de horas más tarde, aunque durante la mañana ya se insinuaban los primeros de miles que colmarían la avenida 9 de Julio de la Ciudad de Buenos Aires, en la Plaza de la República, al pié del Obelisco, desde un importante escenario, actores y actrices, cantantes y escritores encabezaron una de las movilizaciones más importantes de los últimos dos años. La consigna estuvo muy emparentada con la de los patriotas de 1810: Libertad, Independencia, Soberanía fueron las palabras que se sintetizaron en el contundente NO al Fondo Monetario Internacional porque, remarcaron, con su retorno al país «la Patria está en peligro».
Como apuntó el periodista Luis Bruschtein en su columna de Página 12, «Kirchneristas y no kirchneristas, peronistas y no peronistas, en su mayoría clase media y trabajadores, dejaron sentado que el macrismo no queda impune por el regreso del Fondo Monetario».
Las movilizaciones se replicaron en cientos de plazas y paseos de todo el país. «No al FMI. No al ingreso de la DEA a nuestro territorio. No a la instalación de bases norteamericanas en nuestro país y la región. No a los tarifazos que condenan a nuestro pueblo a la miseria. No a la entrega de nuestros recursos naturales. No al ajuste y la pérdida de derechos. No a la condena de nuestros mayores y nuestros niños a un futuro de carencias y exclusión. No al ataque a la educación y la salud públicas. No a la pérdida de Memoria, Verdad y Justicia. No a la violencia contra las mujeres. No a la desintegración americana. No al mercado sobre las personas». Los no fueron el grito que se acompañaba con la afirmación de que «ahora el pueblo sabe de qué se trata».
La prensa hegemónica se encargó, como siempre, de esconder tamaña manifestación nacional. Así en los medios de alcance nacional como en los locales. Los discursos de los operadores se enardecieron más aún que la semana que terminó tras la fenomenal corrida cambiaria que dejó al desnudo la realidad de lo que nos depara el descalabro económico que ya poco se esfuerzan por negar.
La Patria está en peligro y el marketing, el discurso binario y la mentira relatada en lenguaje religioso ya no alcanzan para tapar una realidad que nadie que se precie quiere que termine de la peor manera. Lo que se siente está dicho. Lo que se responda, cómo y porqué, es responsabilidad exclusiva de quienes aseguran ser «el mejor equipo de los últimos 70 años».
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