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Diecisiete años de la derrota del Alca

Luis Britto García*

Hace poco más de diecisiete años, el 4 y 5 de noviembre de 2005, en la IV Cumbre de las Américas reunida en Mar del Plata quedó derrotado el Alca (Área de Libre Comercio para las Américas), Tratado Internacional que pretendía someter a 34 países de la región a un régimen neoliberal que les impedía proteger sus industrias, sus recursos naturales y sus fuerzas laborales, al mismo tiempo que establecía la más irrestricta libertad, cuando no el privilegio, para los capitales extranjeros.

Libre competencia

La emboscada fue preparada durante años: se planteó durante una Cumbre de las Américas en Miami en 1994; se negoció en 1998 durante la II Cumbre de las Américas en Santiago de Chile y disponía ya de un borrador secreto para la IV Cumbre, reunida en Quebec en 2001. Para noviembre de 2005 la delegación de Estados Unidos se proponía hacer aprobar este borrador de centenares de páginas en dos días por vía “fast track”, es decir, sin lectura ni discusión.

Los Presidentes Néstor Kirchner, de Argentina; Ignacio Lula da Silva, de Brasil, y Hugo Chávez Frías lo discutieron y convencieron a los 34 países convocados de dar un rotundo “No” a la propuesta neoliberal e imperialista. Fue la más grande derrota diplomática de Estados Unidos en el hemisferio, y el más grande triunfo en el plano internacional de Nuestra América.

Libre desigualdad

Pero ¿qué contenía el Alca derrotado en Mar del Plata? Quien hace la ley hace la trampa: el gran capital hace las dos. En todo Tratado de Libre Comercio, el país más desarrollado destruye inexorablemente la economía del menos desarrollado. En el Alca el capital transnacional tiene todos los derechos y ninguno de los deberes.

Su Capítulo sobre Inversión dispone que los Estados que reciben a los inversionistas extranjeros no podrán imponerles ningún requisito en lo tocante a comprar determinados bienes en el país, exportar un cierto nivel de la producción, incorporarle a ésta un nivel de contenidos nacionales, comprar o usar en forma preferencial bienes o servicios producidos en el territorio o por nacionales, relacionar el volumen de importaciones con el de exportaciones o con el movimiento de divisas del inversionista, restringir la venta de los bienes y servicios que la inversión produzca en relación con las exportaciones o la generación de divisas.

Tampoco se puede obligar al inversionista foráneo a transferir tecnología a los nacionales, suplir a una determinada región del mundo con los bienes que produce, alcanzar determinado valor de la producción, de ventas, empleo o investigación en el territorio, ni contratar un porcentaje de nacionales. Empieza el partido. Capital transnacional: 100. Capital nacional: 0.

Libre ventajismo

El capital transnacional que ingresara al país protegido por el Alca gozaría de todas las ventajas, privilegios y benefi cios acordados al capital criollo. Como extranjero, gracias a los Infames Tratados contra la Doble Tributación no paga impuestos en el país que lo acoge, no está sujeto a sus tribunales y por lo tanto tampoco a sus leyes, está inmunizado contra controles de fuga de capitales por el derecho a la salida “libre y sin demora” de sus activos, aspira a que el Estado lo indemnice por sus pérdidas en caso de guerra, confl icto armado, revolución, estado de emergencia, insurrección, u otras situaciones similares. Una vez más, capital transnacional, 100. Estado nacional, 0.

Libre propiedad intelectual

A cada cochino le llega su sábado; a cada creador su Alca. Éste impone el sistema anglosajón, en el cual todos los derechos corresponden al empresario comercializador, y al creador ninguno. Los países que integrarían el Alca no podrían proteger de este trato a sus creadores.

Libre irresponsabilidad

Los tratados deben hacerse para los pueblos, no los pueblos para los tratados. ¿Cómo quedaban los seres humanos ante el Alca? El Capítulo sobre Inversiones acuerda que “ninguna disposición de este Capítulo se interpretará en el sentido de impedir a una parte prestar servicios o llevar a cabo funciones tales como la ejecución (y aplicación) de las leyes, servicios de readaptación social, pensión o seguro de desempleo o servicios de seguridad social, bienestar social, educación pública, capacitación pública, salud y (atención infantil o) (protección de la niñez) (protección a la infancia) (cuando se desempeñen de manera que no sea incompatible con este Capítulo)”.

 Vale decir, los Estados pierden su derecho soberano de legislar y ejecutar sobre Educación, Salud y Seguridad Social. Cualquier gasto público en la materia podría ser prohibido por “proteccionista”. En sus centenares de páginas, el Alca uniforma minuciosamente legislaciones, registros de propiedad, mercados. Ni una palabra uniforma salarios. El gran negocio del Alca consistiría en pagar a los trabajadores en bolívares o pesos y vender lo que producen en dólares. Una vez más, capital transnacional: 100. Trabajadores nacionales: 0.

Libre proteccionismo para el fuerte

El capítulo sobre Política de Competencia prohíbe acuerdos destinados a “fijar o manipular los precios o las condiciones de compra o venta, incluso las importaciones y las exportaciones”. Sabemos que estas restricciones no se aplican ni se aplicarían a las trescientas mayores empresas del mundo, casi todas estadounidenses. Conocemos que se aplicarían contra Pdvsa y la Opep

Perderemos el derecho a fi jar el volumen de producción y proteger los precios de nuestros hidrocarburos. Con razón Colin Powell, cuando era canciller, declaró: “Nuestro objetivo en el Alca es garantizar a las empresas de Estados Unidos el control de un territorio que va desde el Polo Ártico hasta la Antártica, de libre acceso al mercado sin ningún obstáculo ni dificultad para nuestros capitales, productos, servicios y tecnologías en todo el hemisferio”

. Conozcamos al Alca y rechacémoslo. Pero no basta ello para que por fi n podamos decir: capital transnacional: 0. Pueblo: 100. Como Terminator, cada vez que el Alca es derrotado, resucita en una forma más espantosa. Contra todas ellas vale la frase con la cual la fulminó el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías: “¿Alca? ¡Al Carajo!”.

* Narrador venezolano, ensayista, dramaturgo, dibujante, explorador submarino, autor de más de 60 títulos. En 2002 recibió el Premio Nacional de Literatura, y en 2010 el Premio Alba Cultural en la mención Letras.

(Fuente Nodal)

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