En tierra de nadie
(Por Carlos Resio) En la película En tierra de nadie (2001), del director bosnio DanisTanovic, se cuenta una historia que se ubica en el frente de la guerra servio/bosnia, más precisamente en una trinchera que ha quedado entre los dos frentes beligerantes, en tierra de nadie. Un soldado bosnio en el piso, aparentemente herido por dos combatientes servios, quienes lo dieron por muerto y antes de irse decidieron poner debajo de su cuerpo una mina anti persona que estallaría cuando sus compañeros rescatasen el cuerpo.
A esa trinchera, en medio de la confusión del fuego cruzado, convergen para refugiarse dos soldados adversarios, uno servio y uno bosnio, quienes además de tener que resolver una situación sin salida, antes de matarse mutuamente descubren que el presunto cadáver está vivo, y les advierte acerca del explosivo bajo su cuerpo, si se mueve vuelan todos. Mientras tanto, la patética discusión entre ambos enemigos gira en torno a las acusaciones sobre cuál de los dos bandos empezó con la guerra y salen a la luz viejos rencores nacionalistas y prejuicios alimentados por la prensa insidiosa.
Los dilemas planteados comenzaron a ablandar la relación interpersonal y los diálogos llevan a estas tres personas a poner en duda sus propias convicciones, a desnudar sus prejuicios y reconocerse seres humanos llevados a una dramática situación de vida o muerte mediante años de engaño y desinformación.
Fuera de la trinchera, un circo de prensa internacional, mentiras, situaciones ridículas y la incómoda y cínica posición de los cascos azules que intentan resolver el problema con el único interés de que su hipócrita e inútil función no quede en evidencia.
Ya son conocidas las frases que dicen que la primera víctima en una guerra es la verdad. La mentira convenientemente vestida es aceptada por los pueblos en determinadas circunstancias. Esto es muy viejo y eficaz. Desde Nerón acusando a los cristianos por el incendio de Roma, la iglesia acusando a herejes, mujeres y judíos por la peste negra, los traficantes de esclavos ayudados por la iglesia para establecer la ausencia de alma en los millones de africanos llevados a América y justificar su infame comercio.
La historia de nuestras naciones americanas también fue forjada por mentiras y prejuicios puestos al servicio de las potencias dominantes. El sueño de nuestros próceres de constituir naciones allí donde existía un virreinato terminó en la constitución de 20 países envueltos en luchas fratricidas y mutuas desconfianzas aunque aquel sueño aún vive en algunos de nosotras y nosotros.
Más acá, la malignidad del comunismo, el nazismo matando a 6 millones de judíos, Estados Unidos y la OTAN invadiendo y arruinando países sembrando destrucción y muerte en nombre de la democracia y la libertad.
En todos los casos, antes de disparar la primera bala, han preparado a la población utilizando la mentira y el engaño, casi siempre basados en los prejuicios y la ignorancia pero también su control de medios. Ningún pueblo quiere ir a una guerra, hay que envenenar sus mentes para que acepten matarse por quienes sacan tajada del conflicto. Según el portal Options.org el 70% de los medios de información global es propiedad de 6 grupos mediáticos que responden a intereses de occidente, veneno puro. El martirio de Julian Assange es la muestra palmaria de lo que harán para que esto no cambie.
El prestigioso general prusiano Carl von Clausewitz, teórico de la guerra moderna, enunció en uno de sus escritos que la guerra es la continuación de la política por otros medios y definió los tres elementos que completan esta afirmación. La guerra es un acto político (objetivos) que utiliza el odio, la enemistad y la violencia primitiva, todo esto en un contexto de azar y probabilidades para lo que hay que usar todos los recursos de una nación hasta el final. Esta proposición ha ido mutando y adaptándose a las épocas, los escenarios y las relaciones de fuerza y hoy en día es en la mente de los pueblos donde se libran las batallas más feroces.
Las técnicas de comunicación, los ingentes medios y canales por donde circula la información y pueblos desprevenidos y convenientemente formados para recibir esta información acríticamente, generalmente agobiados por asuntos de subsistencia en el fárrago consumista que propone el capitalismo, sustituyen muchas veces las bombas para lograr aquellos objetivos y suele ser más barato. ¡¡Hasta nos hacen elegir entre Rusia o Ucrania!!! Se lo estamos permitiendo mansamente cuando nos sumamos a las redes sociales entregando nuestros datos y los de nuestros contactos.
La mentira como herramienta, como ya dije, prepara las mentes de los pueblos para servir a los poderosos y eso es lo que está sucediendo con enorme eficacia en el mundo de hoy. Estamos asistiendo a un extraordinario flujo de mentiras y falsas noticias como nunca había existido. Las redes sociales, los multimedios y la disponibilidad de accesos a pantallas y textos son la fortaleza de este fenómeno cuando anteriormente era el prestigio, muchas veces construido, de sus emisores (recordemos a Mariano Grondona).
Los personajes que hoy informan son patéticos remedos de prestigiosos comunicadores de otras épocas. Aquel que toma la información que entregan o presentan Majul, Leuco, Pagni, Mercado, Silvestre o Tomás Méndez entre muchos otros de cualquier procedencia lo hace solo porque recibe lo que confirma sus prejuicios, preconceptos y da motivos a su odio. No imagino otra justificación. ¡Si hasta se está trabajando de esta forma de forma segmentada en espacios afines! Por ejemplo, en estos días vimos como circuló el vídeo donde Yanis Varoufakis pondera la labor técnica del equipo de negociación con el FMI habiendo sido eliminado el segmento donde recomienda desechar el acuerdo por inmoral y políticamente perjudicial a los intereses argentinos. Quien hizo circular ese video fue un diputado del Frente de Todos que impulsa la firma de un acuerdo.
¿Cómo pueden entonces defenderse los pueblos de estas técnicas arteras y dañinas que imponen políticas de sometimiento, estancamiento y sumisión haciendo que los países pierdan su soberanía y sean saqueados sus bienes naturales en beneficio de los poderosos foráneos y los traidores de adentro?
Estamos viendo que difícilmente los gobiernos se ocupen de este tema. Lo declaman en discursos durante las campañas electorales y se discute en foros internos pero pareciera ser una tarea imposible, quizá porque quienes debieran trabajar en este sentido sientan que de otra forma están perdiendo una herramienta a la que en algún momento deberán echar mano o simplemente no les da e cuero.
A esta altura, seguir quejándonos de lo malos que son y compartiendo fragmentos de las barbaridades que dicen para expresar nuestra repetida e inconducente indignación nos pone en una situación lamentable e infructuosa. Como si estuviésemos frente a algo nuevo que nos toma desprevenidos y fueran ellos los que tienen la responsabilidad de cambiar. Es entonces, creo, una tarea que debe comenzar desde abajo.
El pueblo tiene la obligación de encontrar las herramientas que le permitan neutralizar el ataque que significa la apropiación de su mente por parte del poder hegemónico sin esperar que los dirigentes o las altas representaciones tomen la iniciativa. Ya vimos lo que pasa si seguimos en actitud pasiva.Sin información confiable NO hay democracia.
La formación aúlica desde temprana edad pero sobre todo la formación política son, quizá, algunos de los antídotos que nos permitan recuperar nuestra soberanía popular, despertar conciencias y ayudar a que el pueblo relacione las causas con las consecuencias y de esta forma presionar hacia arriba para que se adopten las medidas en este sentido. Allí es donde las miles de organizaciones y colectivos que no tienen acceso directo a los círculos de poder tienen la posibilidad de realizar su aporte y de esta forma quitarles a los señores de la guerra, la mentira y la expoliación el acceso a las mentes para cargarlas de odio y desesperanzay,en cambio, ya no serán tierra de nadie sino el ámbito para forjar la emancipación de los pueblos.
Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3