La lucha de los medios opositores contra el plan de vacunación, sucedánea de la campaña internacional contra la Sputnik V, obtuvo un formidable espaldarazo con el caso de las dosis de privilegio en el Ministerio de Salud. La caída de Ginés González García, combatido implacablemente desde que empezó la pandemia en cientos de “noticias” y notas de opinión, no es sin embargo suficiente: ya se publican avisos mafiosos a Carla Vizzotti.
(Hugo Muleiro para COMUNA) Las y los columnistas de Clarín, Infobae y La Nación llegaron hace meses a la conclusión de que un plan de vacunación exitoso sería un factor de peso en las elecciones de este año. Por eso se lanzaron a la desopilante acción de desprestigio de la Sputnik y, agotado el recurso por las evidencias científicas disponibles desde el primer momento, y luego confirmadas, atacaron con la consigna resumida en el eslogan “vacuna La Cámpora”.
Siendo también este camino insuficiente, porque además obligaba a reiterar manipulaciones y montajes (hasta llegar al grotesco de repudiar a grupos políticos y sociales que ayudan a las personas a inscribirse), el dispositivo de poder que busca torcer la voluntad popular expresada en las urnas en 2019 no podía esperar un favor más grande que la acción y la confesión del periodista Horacio Vertbitsky.
Este descomunal regalo político a la oposición, en todos sus rostros y matices, apuntala el objetivo de provocar la derrota electoral del Frente de Todos en 2021, tras casi dos años de pronosticar su autodestrucción.
Las palabras de Verbitsky, desde el viernes 19 al domingo 21, fueron reproducidas completas solo un par de veces, bajo estricta vigilancia. Únicamente Clarín se permitió incluir en apenas tres notas la parte en la que informa que en la lista de vacunación de privilegio de las oficinas de González García figura el segundo de Clarín, el agrogarca Aranda, en cuyo prontuario figuran acusaciones de ser uno de los impulsores de los incendios en el Delta, para mejorar su rinde. La inclusión del dato en Clarín tuvo, obviamente, la única finalidad de negarlo. En cambio, a los más encumbrados redactores de La Nación e Infobae no les fue permitido siquiera mencionar su nombre.
El festival es completo y fuera de control: en los tres días las notas dentro de un mismo medio y en la misma pantalla repiten los pocos datos conocidos, redactándolos de una u otra forma, lanzando proyecciones. Notas sobre la “trama secreta”, incluso a doble firma -caso de Infobae el sábado-, en las que se apilan datos conocidos, a los que cualquier usuario de Twitter puede acceder con 10 minutos de lectura.
En fin, el conjunto del Gobierno paga el precio por la intolerable acción de González García, y el desastre político arrastra no solo a los responsables del caso, sino a representantes del FDT cuya vacunación no merece ninguna objeción honesta.
En Clarín, solo tres de al menos treinta notas firmadas en tres días sobre este tema tuvieron permiso para nombrar al patrón del mal, Aranda: textos y palabras sometidas a revisiones, idas y vueltas, tachaduras y enmiendas. Los elegidos principales para lamer las botas del jefe fueron los editores Abascal y González.
Acostumbrado a quedarse con lo ajeno por las buenas o por las malas, como bien lo recuerda la apropiación de Papel Prensa, la acción consumada en colusión con el aparato represivo de la dictadura, Clarín se permite la osadía de atribuirse la “primicia exclusiva” de las vacunas de privilegio. Los demás acompañan como pollitos asustados esta descomunal mentira, aunque a Infobae, en el apuro de operar contra el Gobierno, se le chispoteó una contradicción: el sábado Letjman escribe que el Presidente supo del desastre el jueves y, al lado, otra nota dice que lo supo el viernes, una vez que Verbitsky habló por radio.
Pero son detalles: Letjman dice que el que pagará el costo político es Alberto Fernández y, más aún, asegura que la nueva ministra sabía de las dosis de privilegio, por lo que al final terminará involucrada.
Idéntico Kirschbaum, el domingo en Clarín, en cierta forma más transparente en un tono de neta amenaza mafiosa: “La crisis no terminó…”, paladea. Luego, copia y pega lo escrito por Letjman sobre Vizzotti para avisar que hay que ver si en la lista no aparecen personas vinculadas directamente a ella. Con tanto entusiasmo, al jefe de cuadra en la calle Tacuarí se le escapa que González García es un “sanitarista reconocido”, dato que este dispositivo mediático le venía negando al ex ministro, con operaciones en su contra a raíz de su negativa a satisfacer las exigencias del laboratorio Pfizer. Es claro que Clarín se hacía cargo de este trabajo sucio por pura lógica, ya que comparte accionistas con el laboratorio. Empleado de la misma banda en la TV, Morales Solá lleva esta postura a todas sus notas en La Nación y, obvio, la repite el domingo 21.
El anhelo de derrumbe del Frente de Todos es tomado también en el ángulo económico por Infobae, donde Wende titula que el “escándalo complicará a la economía”. Luego, en el texto, no hay una sola secuencia que explique la expresión de deseos. Y a su lado, una redactora, Claudia Peiró, retoma por las dudas la opereta “vacuna La Cámpora” y, como Clarín, desliza amenazas a la nueva ministra: “Más revelaciones vendrán”.
Por supuesto, la fiesta opositora no sería completa si no incluyera acusaciones a Cristina Kirchner, porque sería como una exquisita comilona regada con agua de la canilla: el domingo se ocupa Liotti en La Nación. Ella pensó y armó todo, tipeó, frase que ya escucharemos repetida por los esclavos del dispositivo.
Gracias a González García y Vertbisky, estos días de jolgorio opositor, probablemente los mejores para la derecha nacional e internacional enfocada en la Argentina desde el resultado electoral de 2019, se consuman con comodidad, sin los esfuerzos grotescos, las mentiras y los ocultamientos de la “cobertura” de estos tres medios a la publicitada “vuelta a las aulas” en territorio PRO.
Un gran despliegue de publinotas, como se llama en la jerga de las redacciones a los artículos pagados pero disfrazados de noticia, unificó a los tres medios martes, miércoles y jueves. El operativo es tan descarado que su mera descripción desplaza cualquier necesidad de interpretación. Baste como ejemplo que el miércoles Clarín publicó con hora de las 7.35 el impecable regreso a aulas que empezaba a las 8 y, en no pocos casos, a las 9. Ya tenía, en ese momento, una descripción del perfecto funcionamiento del dispositivo de Rodríguez Larreta en los 200 kilómetros cuadrados de la ciudad.
A las 8.13 de ese día, el presidenciable Larreta lanzó un tweet haciendo campaña electoral. A las 8.20 ya estaba publicado en La Nación. Pura eficiencia periodística.
Los cronistas no encontraron una sola expresión de disconformidad: en ningún lado faltó personal para los protocolos, ni para limpiar, y había todo lo necesario.
En fin, material estrictamente armado al servicio del contratante (lo que incluyó no pocos casos de usurpación de la imagen de niñas y niños, que tienen pleno derecho a ser consultados al respecto). Hubo una excepción aislada de un móvil de TV del grupo Clarín, que se vio sorprendido por la declaración de una mamá que decía que no estaba de acuerdo con el regreso a las aulas, por la evidente falta de seguridad sanitaria, pero que lo hacía porque fue amenazada por el Gobierno de la ciudad con la pérdida de la vacante de su hijo. Por supuesto, el conductor en estudios llamó de urgencia y cortó la cobertura.
Semana a semana, los lunes a las 8, el periodista y escritor Hugo Muleiro repasa con detenimiento las columnas de opinión y análisis de los principales medios gráficos de mayor alcance nacional en tanto hegemónicos. Sus columnas se publican en Comunicadores de la Argentina (OPERETAS. www.comunanet.com.ar)