JUSTICIA. Crónica de un desasosiego
Hoy se realizó el 5º Juicio por Crímenes de Lesa Humanidad cometidos durante la Dictadura Cívico-Militar en Misiones. Los procesados José María Cuenca y Rubén Alberto Gómez, “El lobo”, eran miembros del Servicio Penitenciario Federal U17.
Ambos ya habían sido condenados a 20 y 23 años de prisión durante el Juicio realizado en el año 2009. En esta oportunidad se sumaron nuevas víctimas, las causas eran las mismas: las diversas formas de tormentos a los que sometían a los presos políticos.
Observé el Juicio en forma virtual, desde una sala del Juzgado junto a un número reducido de periodistas. Éramos cinco personas en total. En la documentación había una larga lista de testigos que finalmente se redujo a cuatro personas.
Escuché atentamente la extensa “lección de historia” expuesta por uno de los acusados que se remontó a 1930 para concluir que las víctimas “seguramente tenían ideales”, pero que alguien las metió en un “lugar equivocado y los usaron”. Afirmó además que, de algún modo, él también se sentía “usado” y que todos transitaron tragedias que “no eligieron”.
El otro acusado fue más breve en su alegato. Ambos destacaron el comportamiento ejemplar y el apego a las normas que mantuvieron a lo largo de todo el tiempo de prisión. Ambos pidieron “disculpas”. No perdón. No arrepentimiento. Sólo “Disculpas”.
Quizás fue la distancia que imponía la virtualidad. Quizás la indiferencia social. Quizás conocer el deterioro en la salud de muchas víctimas. Quizás mi propio cansancio emocional, al ver en la larga lista de testigos personas que ya están muertas, lo cierto es que salí del Tribunal con un profundo desasosiego y un escepticismo mayor al habitual.
Para alimentar la esperanza, quiero rescatar el trabajo que sigue realizando Amelia Báez, siempre presente, hoy junto a Cacho Speratti.
En fin… como soy historiadora, quiero recuperar el sentido de nuestro oficio con las palabras de un investigador que afirma: “Necesitamos recordar, para comprender y superar la aparente contradicción entre el ocaso de las ilusiones del pasado y la determinación de prolongar las luchas por lograr un presente más humano… La Historia no se repite, pero siempre nos alcanza en su resultante”.
(Por Yolanda Urquiza en Facebook)