Los pequeños y medianos productores están siempre
Por Cristina Besold.
Las transnacionales controlan el 70% de tierra, agua e insumos, pero abastecen al 30% de la población mundial. Mientras que pequeños y medianos productores, pescadores artesanales, comunidades indígenas, huertos urbanos ocupan el 30% de los recursos agrícolas y proveen al 70% de la población mundial. La solución está en lo local y en la cercanía. Así lo expresa, con mucha claridad, datos y contundencia, Jesús del Valle Contreras, ingeniera agrónoma, dirigente del Movimiento Semillero de Misiones, en momentos en que la Argentina es gobernada por el ultraliberal Javier Milei, con medidas como, entre otras, la derogación de la Ley de Tierras y la eliminación de Agricultura Familiar.
Compartimos aquí la primera parte de la entrevista con Jesús del Valle Contreras, quien reivindica el rol de los agricultores (inmigrantes y originarios), repasa los hechos históricos que explican la actualidad socio agroambiental y advierte que “hasta que en la Argentina no existan Políticas de Estado y con la participación popular, la lucha sigue y seguirá”:
¿Cómo podría describirse el rol, la importancia, de los agricultores en Misiones?
Los pequeños y medianos productores siempre fueron marginados y nunca fueron vistos como un sector que juega un rol importantísimo en la alimentación. El poder hegemónico (muchos gobiernos y comunidad internacional) junto con empresas transnacionales y científicos financiados por ese poder hegemónico, fijaron la consigna que sin las semillas industriales y transgénicas, junto al paquete tecnológico de dependencia (agrotóxicos, maquinarias, drones, nano partículas, otros insumos externos al sistema, monocultivos, etc.) habrá más hambre en el mundo. Aunque controlen toda la cadena industrial de producción de alimento, no significa que alimenten a todos, porque la realidad es muy diferente.
Vía Campesina demostró que las transnacionales controlan el 70% de tierra, agua e insumos necesarios en la agricultura, pero producen y abastecen al 30% de la población mundial. Mientras que pequeños y medianos productores, pescadores artesanales, comunidades indígenas, huertos urbanos ocupan el 30% de los recursos agrícolas y producen y abastecen al 70% de la población mundial.
Sabemos que los pequeños y medianos agricultores en Misiones y en cualquier lugar del mundo, son los que producen nuestro alimento. Un alimento que identifica la cultura de cada pueblo. Un alimento que surge del conocimiento pleno de su ecosistema y sus variaciones climáticas. En Argentina y en Misiones particularmente, los pequeños y medianos productores, siempre nos han subsidiado en los peores momentos políticos, cuyas decisiones que fueron y son generadas por la mala praxis de la misma política, por sus incapacidades o intencionalidades mezquinas y negociadoras de la clase dirigente, sin excepción.
Desde los pequeños y medianos agricultores, nunca faltó alimento, independientemente de la capacidad de adquirir los mismos, por parte de los ciudadanos. Puedo dar muchos ejemplos históricos, pero el más reciente, es lo que sucedió con las decisiones políticas irresponsables y perversas con encierro y confinamiento, obedientes al orden mundial como lo fue el Covid 19, totalmente en contra de los conceptos holísticos de salud. Los productores estaban todos los miércoles y sábados estoicamente, en las ferias de venta directa con sus productos, ingredientes sagrados, bases de nuestra alimentación.
Visibilizando y dando valor y prioridad a los pequeños y medianos productores agroecológicos, se solucionaría el problema del hambre y de la desnutrición (fundamentalmente de la población infantil y juvenil) y porque no, el problema social en lo local y regional. Porque la solución está en lo local y en la cercanía.
Fortalecer a las comunidades campesina e indígenas, entregándoles herramientas que necesitan realmente, librarlos de impuestos, facilitando el ser dueños de la tierra que cultivan, arreglando caminos rurales para que puedan sacar su producción, acordando política de precios con ellos, etc., etc. Todo tiene que ver con fortalecer las economías regionales. Los pequeños y medianos productores, son más importantes que un médico o cualquier profesional, político, funcionario, etc., porque producen nuestro alimento de todos los días. Sin alimentarnos sanamente, no podríamos ejercer nuestras funciones vitales. Debe haber políticas de Estado que prioricen y respondan a las demandas de nuestros pequeños y medianos productores. Nadie más que ellos conocen su realidad y nadie más que ellos saben cómo solucionarlas. Estas políticas del Estado pueden y deben acompañarlos sin interferencias de mezquindades sectoriales.
¿Cuál es a tu criterio (basado en formación, observación y contacto directo durante muchos años) su situación, teniendo en cuenta que el contexto, el escenario actual, es muy distinto al de hace más de 100 años, cuando comenzaron a llegar los inmigrantes a estas tierras?
En Argentina comenzaba la organización nacional a partir de 1853 con la Constitución Nacional. La inmigración fue impulsada por la burguesía, propietaria de tierras rurales y también, en esa época, ya interferían y marcaban línea a los decisores políticos. Desde mediados del siglo 19, se registra la gran inmigración. Las causas fueron diversas. Muchos de los inmigrantes huyen del hambre, las malas condiciones económicas de sus países de origen, las guerras, y por ello, no ser reclutados como soldados, algunos traían espíritu de aventuras, otros el deseo de progreso. Todos en busca de mejores condiciones de vida.
Ya, desde esa época en los albores de la organización nacional, tanto inmigrantes como locales (con honrosas excepciones), no podían acceder a las tierras, no había trabajo digno, sino explotación y sobre explotación. Esas malas condiciones de vida provocaron las primeras huelgas y las primeras represiones y muertes de jóvenes que luchaban por una vida digna (1900/1907)
En Misiones, como en otros ecosistemas del país, a la llegada de los inmigrantes, desde el punto de vista ambiental, el escenario de esa época fue muy distinto al actual. No había contaminación y el paisaje era pura naturaleza con plena biodiversidad y también diversidad cultural. Porque cuando llegaron los inmigrantes a estas tierras, ya “había gente” (como dijo una pionera entrevistada hace 40 años). Eran comunidades originarias, campesinos pequeños y medianos y también grandes productores rurales pertenecientes a la burguesía de esa época.
La colonización en el territorio de Misiones tuvo un carácter informal, doméstico, donde el financiamiento agrícola por parte de los escasos pequeños comerciantes e intermediarios incluía obligaciones de carácter familiar o de amistad y, en general, no había lugar a lazos clientelares.
Por ejemplo, en su origen, la producción de yerba mate era extractivista o sea, la extraían del monte misionero. A partir de 1920, comenzó a ser una actividad agrícola, es decir, se impulsa, desde el gobierno nacional, la plantación de yerba mate. La yerba mate se convirtió en el motivo de la colonización con población autóctona e inmigrantes en Misiones. Cabe destacar que desde ese tiempo hasta hoy, siempre la yerba mate fue el producto más consumido en toda Argentina. Los ciclos de la yerba mate determinaron, en gran parte, la organización del agro en Misiones. Y en todos los ciclos, fue el producto principal de esa estructura agraria misionera.
No obstante, los pequeños y medianos productores siempre estuvieron en conflicto con las decisiones políticas de los gobiernos en lo que hace a todos sus sistemas productivos (permisos de plantación, prohibiciones de cosecha, costos de producción, precios del producto, entrega de tierra a empresas multinacionales, etc.).
El conflicto de tierra en Misiones tuvo su origen en 1880 con la vigencia de los grandes latifundios otorgados por la política del gobierno nacional. En esos latifundios se explotaba la yerba mate silvestre y la madera. En 1940 comienza el desarrollo de la industria pastera. A partir de allí las grandes propiedades estaban en manos de grandes empresas familiares, monopolios regionales y grandes compañías. Mientras tanto seguía la población, en general, sin acceso a la tierra, con políticas de precios injustos, explotación y sobre explotación, injusticias, etc. El acceso a la tierra, para algunos sectores, recién se concretó en los loteos de la década de 1980. Otros sectores siguen luchando por el acceso a la tierra.
Lo que quiero decir, es que no cambió la intencionalidad política con respecto a los pequeños y medianos productores (tanto autóctonos como inmigrantes), con honrosas excepciones. Si bien tuvieron épocas de esplendor, también tuvieron épocas de pobreza y desesperanza.
Actualmente, se suma la lucha de las organizaciones por proteger los bienes comunes: tierra, agua, aire, semillas. Protegerlos de la contaminación y del avance de las multinacionales, con la complicidad, negligencia o ignorancia del poder político.
¿Alguna diferencia? No. Hasta que en Argentina no existan Políticas de Estado y con la participación popular, la lucha sigue y seguirá. Siempre habrá pujas de poder. Nuestros pequeños y medianos productores y comunidades ancestrales seguirán produciendo nuestro alimento, pero seguiremos con la incertidumbre de poder evolucionar en todos los sectores y en todos los aspectos de la vida cotidiana.
Cristina Besold es periodista, especializada en medio ambiente, editora del sitio www.paranaense.com.ar