Recuperación y apertura para la ciencia y la tecnología
Más ingresos y subsidios y, a la vez, una mayor vinculación entre el Estado y pequeñas y medianas empresas dedicadas a la investigación. Amplia respuesta del ámbito académico al pedido de proyectos para paliar la crisis social. Y, para jóvenes en etapa de formación y profesionales, un mensaje: “Esto ha empezado a cambiar”.
(Nancy Balza. El Litoral) Un cambio hacia adentro y otro hacia afuera. Ese es el “doble juego” que propone Roberto Salvarezza, ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, para modificar la situación concreta -de falta de financiamiento y expulsión-, y las expectativas futuras -de vinculación y apertura- del sistema de investigación, que tiene una alta calidad en la Argentina pero fue “muy golpeado” en los últimos cuatro años. Muy crítico con la gestión anterior drante el gobierno de Mauricio Macri y, a la vez, entusiasmado con la impronta que comienza a perfilarse en su cartera -que recuperó el estatus de Ministerio- afirma categórico que “tenemos que recuperar a los científicos” que se fueron. Y para quienes apuestan a permanecer en el país, el mensaje es: “Esto ha empezado a cambiar”
¿Cuáles son las prioridades del Ministerio de Ciencia y Tecnología?
Hay dos líneas. La primera es atender las urgencias que tenía el sistema cuando lo recibimos: un sistema golpeado, con becas bajo la línea de pobreza, sin subsidios, con investigadores que iban a contestar a programas de televisión para recibir unos pesos. Y también teníamos un estrangulamiento en cuanto a los ingresos. Esto creaba una situación en la que nuestros jóvenes científicos tomaban el camino de irse al exterior. La primera medida fue aumentar el monto de las becas, duplicar el número de ingresos al Conicet y aumentar el 25 % los subsidios. Todo esto atendiendo a una emergencia para cambiar la perspectiva de los jóvenes acerca de que no se podía hacer ciencia en el país. Después de cuatro años de un gobierno que estuvo sacando los subsidios, que le decía a los investigadores que eran ñoquis, que enfrentaba ciencia útil contra ciencia inútil, la sensación de los más jóvenes era que esto aquí no iba a funcionar y, por eso, la primera medida fue hacia la comunidad científica.
Hacia la sociedad, la decisión fue abrir el sistema. Entonces, por un lado le pedimos al gobierno que recomponga esta situación que implica un esfuerzo para el presupuesto y, por otro lado, pedimos una apertura al sistema de ciencias para que esté dispuesto a atender las emergencias alimenticias, a atender el tema de salud. Toda esta primera etapa se caracteriza por este doble juego: hacia adentro una recomposición y hacia afuera una apertura.
¿Cómo se logra vincular el sector de ciencia y tecnología con la producción, el empleo y, en definitiva, con la vida cotidiana?
La semana pasada hubo tres hechos que mostraron los tres niveles de interacción que vamos a tener con el mundo productivo y con la sociedad. El lunes (17) estuvimos en la Universidad de San Martín con una empresa de base tecnológica muy pequeña que, junto con investigadores del Conicet y de la Universidad, hicieron un dispositivo capaz de detectar dengue en forma temprana. Fuimos con el ministro de Salud (Ginés González García) para dar este mensaje de apoyo a las empresas de base tecnológica. El día jueves estuvimos con el Presidente (Alberto Fernández) en una gran empresa de tecnología que produce anticuerpos monoclonales. Y el viernes estuvimos en el embarco del satélite Saocom 1B (hacia Cabo Cañaveral) con un Estado traccionando a todo el complejo de este ecosistema que hay en Bariloche donde está el Invap, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), las pymes. No es que estemos priorizando un eje sobre el otro: vamos a trabajar con los tres, con la pequeña empresa, la empresa mediana y el propio Estado como traccionador del sistema de ciencias.
¿Qué posibilidades hay de recuperar a jóvenes investigadores que ya emigraron del país?
La primera etapa que estamos encarando ahora es retener a quienes están aquí para que no se vayan. En realidad, aquellos que se han ido, lo hicieron porque el sistema era expulsivo. En el período 2003-2015 volvieron al país 1300 científicos. ¿Por qué lo hicieron? Porque las condiciones de investigación en la Argentina eran razonables, tenían medianamente un sueldo digno y proyectos que les permitía investigar. Se habían ido del país para formarse y cuando veían que las condiciones eran razonables, volvían. En estos últimos cuatro años las condiciones cambiaron radicalmente y hubo un maltrato del gobierno a la ciencia. Entonces, el sistema se volvió expulsivo y aquellos que salían del país por una beca Marie Curie (a Europa) o con un contrato a Estados Unidos, no volvían. Para que retornen tenemos que cambiar las condiciones y eso va a llevar tiempo. Para quienes están en el país, el mensaje es: “esto ha empezado a cambiar”. Tenemos que recuperar a los científicos. Recién estamos modificando las condiciones para un sistema que fue muy golpeado.
Esta mañana (por el martes 25) amanecimos con la noticia de la muerte de Mario Bunge y en una de las entrevistas que le hicieron en 2019, cuando cumplió 100 años, planteaba la necesidad de una inversión sostenida en ciencia.
Por supuesto. Creo que en estos cuatro años hubo una discontinuidad. Si se hubiera mantenido el esfuerzo de inversión, no habríamos tenido esta situación en la cual perdimos recursos humanos, teniendo en cuenta que la Argentina, en 2015, tenía 3 investigadores por cada 1000 habitantes de la población económicamente activa y hoy tenemos 2,5; es decir que hemos disminuido esa proporción. Hay que pensar que los países desarrollados tienen un promedio de entre 8 y 12. Entonces, en estos cuatro años no solo desfinanciamos el sistema sino que hemos perdido recursos humanos en relación a nuestra población. y eso es muy preocupante. Por eso decidimos duplicar los ingresos en la carrera de investigador y personal técnico porque la Argentina necesita más científicos. Ahora tiene 2,5 frente a Israel que tiene 12, los países de la Unión Europea que en promedio tienen 8. Tenemos que hacer mucho esfuerzo para tener más recursos humanos dedicados a la investigación.
¿Hay posibilidades de vincular proyectos entre su ministerio y la provincia?
Si, por supuesto. Tenemos una tradición de cooperación con todas las provincias y en estos pocos días de gobierno hemos recibido a gobernadores, senadores, diputados e intendentes de distintos lugares del país. Hay distintas herramientas que el Ministerio puede ofrecer a las provincias y proyectos interinstitucionales, donde se puede acceder a financiamientos para sus equipos. En la medida en que tengamos el presupuesto adecuado, vamos a poner en juego las herramientas para vincular al Ministerio con las necesidades de las provincias, desde el punto de vista de financiamiento. Santa Fe tiene una estructura de investigación y ciencia muy fuerte y seguramente estaremos trabajando codo a codo con la provincia.
Género
La perspectiva de género atraviesa a todo el gabinete de Alberto Fernández, tanto que hay un ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta. Precisamente, con la funcionaria se entrevistó el titular de Ciencia y Tecnología Roberto Salvarezza para exponer una propuesta de trabajo con esta impronta en su equipo. “En el Conicet contamos con Ana Franchi (presidenta del organismo), que es una de las personas que más ha trabajado en este tema y tenemos mucha energía puesta en que empiece a cambiar esta distribución no igualitaria de los recursos”, explicó a este diario. Y puso como ejemplo que “cuando se analiza quiénes reciben más cantidad de fondos, se encuentra que los varones se llevan la mayor parte y eso hay que corregirlo”.
Casi 400 proyectos para la emergencia alimentaria
Actualmente ¿la investigación está más volcada a las ciencias sociales o a las ciencias duras?
Vamos a tomar como ejemplo el Conicet porque es una de las instituciones más representativas en el país y tiene áreas de ciencias sociales, biológicas y de la salud, exactas e ingeniería. En 2015 había un cuarto de investigadores por cada área y esa proporción se mantiene, más allá de que hubo un intento de golpear a las ciencias sociales. La verdad es que necesitamos de todas las ciencias.
Tenemos un problema de emergencia social en distintas áreas y hemos convocado a toda la academia: universidades, Conicet e institutos para que expongan todos los proyectos que tenían sobre emergencia alimentaria. Hemos recibido casi 400 proyectos que involucran casi a mil científicos. Muchos proyectos provienen de las ciencias sociales y estudian desde la comercialización de la economía social hasta la cantidad de habitantes con acceso al agua potable y cloacas. Hay allí un montón de información; no podemos entrar en una polémica de enfrentarnos entre los científicos porque necesitamos de todas las áreas, las de economía, las sociales y de todas las ingenierías.
Entonces, tuvieron una respuesta positiva a esa convocatoria.
Si, y estamos ahora en una tarea muy ardua de clasificar estos proyectos en áreas y poner esas capacidades a disposición del Consejo Económico y Social para que sepa con qué elementos cuentan cuando tienen que decidir alguna acción. Hay un hecho concreto: investigadores del Conicet y del Ministerio de Salud tienen desarrollada una plataforma informática que les permite conocer en cada lugar del país la proporción de chicos con talla y peso. Podemos seguir el impacto que tiene la tarjeta AlimentAR en cada distrito del país. Todo eso se puso a disposición del gobierno. Entonces, le pedimos una recomposición al gobierno pero también le damos herramientas para que utilice el sistema de ciencia y técnica que es un sistema que debe estar abierto a la comunidad.