Selva, río y pena
Carlos Resio.
Selva, río, pena. Son tres palabras que suelen ir juntas en un mismo poema en nuestra región. El Mensú, poema de Ramón Ayala, las reúne en su denuncia y anhelo de liberación. Son innumerables los relatos y versos en que están presentes. Desde las crónicas jesuíticas, los Cuentos de la Selva de Horacio Quiroga, El río oscuro de Enrique Varela y los poemas del magistral Ramón Ayala como el mencionado El Mensú. Siempre el río y la selva misioneros han sido testigos de las desdichas de los excluidos y explotados que a su vez los herían pero como meros instrumentos de sus explotadores. Han cambiado las formas pero no los propósitos, los de extraer hasta la última gota al río, la selva y al mensú que hoy ya no está en los yerbales silvestres sino siendo explotado en nuevas formas.
Es sabido que las riquezas naturales son la miseria de sus pueblos si éstos no ejercen su soberanía sobre los territorios y sus bienes naturales. De lo contrario la explotación y el extractivismo irracional son los que mandan al momento de tomar las decisiones y lo hacen unos pocos.Y a la luz de los hechos el gobierno provincial se ha declarado incompetente para asegurarle al pueblo misionero la preservación de sus bienes naturales. Lo expresa resignadamente en la página del primer ministerio de ecología del país, el de Misiones, cuando al describir el concepto del corredor verde dice que intenta protegerlo a la vez que enumera sus tesoros. Una muestra más del vacío discurso floreado al que nos tiene acostumbrados. Un discurso cuyo único efecto es el de mantener las indolentes conciencias tranquilas y hacer como que somos la capital de la biodiversidad. Mientras tanto, el 17 de noviembre último, numerosas organizaciones ambientales, sociales, aborígenes y sindicales, volvieron a denunciar, esta vez con mayor dureza, la realidad del corredor verde de selva paranaense que el gobierno provincial dice que intenta preservar pero que ya no existe ya que se ha mantenido y, aún más, acelerado el proceso de desmonte y depredación de tal manera que la fragmentación de este valioso mecanismo de preservación dela biodiversidad ya es visible tanto desde el satélite como desde las rutas que lo recorren. En un reportaje dado para esta radio el 18 de noviembre el ambientalista Rulo Bregagnolo describió amargamente el deterioro continuo que viene sufriendo la selva ante la inacción gubernamental pero también ante lo que parece ser una intencionada desinversión y abandono de los mecanismos de protección que tanto se declama como parte de un Misionerismo que no significa nada y que condena a guardaparques a la miseria y hace la vista gorda en las inspecciones. Mientras tanto, el desorden territorial que propende a la violencia de los capataces, la prepotencia de las multinacionales que avanzan con el pino arrasador y la extracción furtiva que aprovecha el campo orégano campean en la provincia sin oposición alguna y quitándole a la sociedad la posibilidad desarrollarse en armonía con su medioambiente.
La advertencia no es nueva, hace décadas que sabemos que sin selva no hay agua ni tierra productiva y solo se encuentran paliativos momentáneos en los agroquímicos y los fertilizantes industriales de manos de los amigos del poder. También en esta radio Hugo Sand denunció que tras la inacción gubernamental,por el incumplimiento de los pomposos anuncios y las leyes aprobadas, vienen la concentración y manejo intensivo de los teales y yerbales y con ello el negocio de la urea que por cientos de toneladas se vierte en la tierra colorada exhausta y en los acuíferos ya escasos. No existe posibilidad alguna de que la selva sobreviva si no es a través de un nuevo paradigma productivo en el que se respeten las condiciones medioambientales y la vida de las personas que habitan en nuestra provincia, de otra manera Misiones seguirá siendo una provincia marginal en la que el extractivismo depredador solo enriquece a unos pocos y es gerenciado por una elite cuyo único objetivo es mantener el statu quo de privilegios.
El 18 de noviembre pasado, se realizó una acción federal para recordar el día de la soberanía nacional haciendo énfasis en la recuperación de la soberanía del río Paraná ante la posibilidad que se dio en el decreto presidencial 949/20 para que el dragado y balizamiento y por ende los servicios de fiscalización sean re privatizados luego del vencimiento de la concesión por 25 años vigente hasta septiembre del año pasado. Esta acción de lucha es una más de las tantas que se vienen llevando a cabo por innumerables organizaciones y personalidades de la política nacional desde la vigencia del decreto y el incumplimiento de la promesa de Alberto Fernández de crear un organismo federal en el que serían las provincias rivereñas junto con el gobierno nacional quienes administrarían las cuestiones referidas al río y la navegación. Gracias a esta lucha, se han logrado las prórrogas que postergaron la nueva entrega al capital internacional y ha puesto en agenda un tema que, de otra manera, hubiera pasado inadvertido sobre todo por la gravedad de la coyuntura económica que todo lo tapa. Y no es poco lo que se ha logrado. Axel Kicilloff, por ejemplo, ha tomado como causa propia la obra del canal Magdalena que definitivamente nos da una salida independiente al Mar Argentino y hasta la propia Cristina lo incluyó en su mensaje del miércoles 17 de noviembre en el Estadio Diego Maradona de La Plata cuando vinculó la hidrovía con el petróleo, el gas y el litio como bienes estratégicos a defender soberanamente.
¿Por qué deberíamos darle importancia al destino del río Paraná en tanto vía navegable y sobre todo la que corresponde al tramo que baña nuestras orillas provinciales? ¿Cuáles serían los efectos de abrir el Paraná en su tramo superior a la navegación de gran calado? Pues, en caso de no tener un plan de desarrollo productivo que no se base en la industria de alto valor agregado y de mayor distribución no haría más que agravar el daño a la selva, el suelo y el agua de nuestra provincia y la región porque al facilitar la circulación de materia prima en grandes volúmenes abaratando el flete y disminuyendo costos haría aún más rentable el extractivismo por lo que la presión sobre la selva sería irrefrenable. Ya desde principios de siglo XX, once privilegiados dueños de casi 2 millones y medio de hectáreas (83% del territorio) se lanzaron a una desaforada campaña de depredación tanto con fines de colonización como de extracción de madera y yerba. Recordemos que en 1881, y ante la inminencia de federalización del territorio, Corrientes impulsó una ley para la venta de la totalidad de las tierras fiscales lo que finalmente recayó en solo 38 personas 29 de las cuales se deshicieron de ellas inmediatamente. Por el río se desangró la provincia durante más de medio siglo.
Se corre el riego de repetir y aún profundizar, gracias a la tecnología, la realidad de aquella época. La presión para profundizar el lecho del río para permitir barcazas de mayor calado incluye el proyecto de la represa de Corpus Christi que de concretarse sería la definitiva muerte del río y la condena de lo que queda de selva ya que los productos de la tierra tendrían un viaducto barato y en un solo sentido. La velocidad con que se producen estos procesos y más aún si los gobiernos lo fomentan y las sociedades no los perciben nos deja sin tiempo para prepararnos contra estos embates.
La discusión sobre un nuevo y sostenible modelo productivo es indispensable para salvar la selva y el río y con ellos la tierra, el agua y al pueblo Misionero de la ambición angurrienta de los grandes capitales al servicio de intereses extra provinciales y extra nacionales. Por esto, cuando hablamos de la defensa de soberanía deberíamos resignificar el término para que no quede solo como una fecha conmemorativa en que unos locos con 3 cañoncitos desde la costa y una cadenas intentaron detener a la flota más moderna del mundo de ese momento sino para entender que los términos que en ese entonces ocasionaron el choque aún se replican hoy y los efectos de la pérdida de la soberanía siempre entra en los hogares de cada uno de nosotros y condiciona nuestras vidas y la de nuestros descendientes.
Ojala en este tiempo, en que la tecnología y los cambios en el mundo parecen pasarnos por encima, podamos ser un poco locos como aquellos de la Vuelta de Obligado y Punta Quebracho y a pesar de las dificultades encarar con convicción y pasión una causa común que revierta el ciclo de declive y nos vuelva a poner en el camino de una patria grande, justa, libre y soberana. Así la querían entonces, así la queremos ahora.
Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3