Tres sueldos menos que en 2015
Un empleado nacional encuadrado en Sistema Nacional de Empleo Público (SINEP) ha perdido, en el periodo que va de noviembre de 2015 y enero de 2018, poder adquisitivo equivalente a casi 3 sueldos, producto de una recomposición que siempre corrió muy de atrás a la inflación. El deterioro del salario real estatal es superior al de los asalariados del sector privado. Además se ha profundizado en ambos sectores la precarización laboral.
(Junta Interna de Delegados de ATE INDEC) Los salarios del empleado público nacional –y el de las demás administraciones- han perdido la carrera contra la inflación durante los últimos años, hecho que se ha agudizado en los últimos 26 meses, bajo la gestión del gobierno de Cambiemos. De hecho, tras cierta recuperación posterior a la crisis 2001/2003, nunca han logrado recobrar el poder adquisitivo previo a la mega devaluación.
Los trabajadores, tanto del ámbito estatal o privado, estamos en problemas, por un lado la férrea intención del gobierno de ponerle un techo a la discusión salarial, y por el otro, por la cristalización de hecho de la precarización laboral ya que los datos oficiales, aún sin discutirse la reforma, muestran que lo que ha crecido más en estos meses es la cantidad de monotributistas, monotributistas sociales y empleados de casas particulares, mientras que han mermado los autónomos y se mantienen en el mismo nivel que en 2015 los asalariados registrados (esto en el marco de un incremento de la población de más de 2%). Si bien esto es presentado por los funcionarios como un logro de su política de creación de empleo, la realidad es que no podríamos distinguir a ciencia cierta si es un crecimiento real o un registro de trabajadores en negro.
En el acumulado del periodo noviembre de 2015 y enero de 2018 un empleado nacional, encuadrado en el SINEP, ha perdido poder adquisitivo equivalente a casi 3 sueldos, producto de una recomposición que siempre corrió muy de atrás a la inflación. En términos reales, en enero del corriente año el salario real resulta 12,7% inferior al de noviembre de 2015. Adicionalmente, cabe señalar que el deterioro del salario estatal resulta superior al observado entre los asalariados del sector privado, cuyo promedio actual muestra una disminución de su poder adquisitivo en torno al 3,6% en el mismo periodo.
Este deterioro del poder adquisitivo no se da sobre salarios que garanticen la satisfacción de las necesidades del trabajador y su familia, como muchos quieren hacer creer, sino sobre ingresos de bolsillo que se ubican por debajo de cualquier estándar aceptable.
De acuerdo al ejercicio de valorización de la Canasta de Ingresos Mínimos que realiza ATE-INDEC (2) el ingreso mínimo para un hogar constituido por una pareja con dos hijos (3) residente en el Gran Buenos Aires ascendía en Enero de 2018 a $26.989 (veintiséis mil novecientos ochenta y nueve pesos), monto que se compone por la Canasta alimentaria mínima valuada en $8.360 y por Otros Consumos Mínimos, por un valor de $18.628.
A continuación presentamos la valorización de la tabla de Canasta de Ingresos Mínimos por región:
Si se compara este ingreso con lo que cobran, de bolsillo, los trabajadores que en muchos casos hace más de una década que se encuentran bajo contratación transitoria, realizando tareas habituales y permanentes, necesarias para garantizar el andamiaje del estado, que se encuadran dentro del SINEP (4), resulta que solo los trabajadores de nivel A (que son contados con los dedos de la mano) alcanzan ese umbral sin considerar los ingresos adicionales por grado (antigüedad) y formación, en tanto que en los niveles C, D, E y F, que son los que concentran, por lejos, la mayor cantidad de trabajadores, ni siquiera se alcanza este nivel mínimo de ingresos con los máximos adicionales que puede recibir un trabajador en función de su formación y su antigüedad.
Así, un trabajador con estudios universitarios y más de 30 años de antigüedad encuadrado en el nivel C recibe actualmente poco más de $33 mil pesos en bruto, lo que implica, luego de los descuentos obligatorios, apenas unos $27 mil pesos, apenas en el límite de la Canasta de Ingresos Mínimos. Si se considera, a un trabajador de nivel D con unos 10 años de antigüedad (grado 3) y estudios terciarios completos, su salario de bolsillo se ubica en torno a los $15.600, valor que resulta incluso inferior a la línea de pobreza utilizada por el INDEC para un hogar tipo, que a enero 2018 se ubica en los $16.973,23.
En este marco, en primer lugar resulta imperiosa la necesidad de ajustar en forma inmediata la compensación contenida en la última acta paritaria, retroactiva a octubre de 2017 que fue cuando el IPC llegó al 19,4% acumulado, superando la pauta que denunciamos como insuficiente para el año en cuestión.
En segundo lugar, y para no seguir perdiendo, la paritaria 2018 no puede basarse de ninguna manera en el techo del 15% pretendido por el gobierno, cuando tanto en 2016 como en 2017 la inflación se ha ubicado más de un 50% por encima de las publicitadas e incumplidas «metas de inflación» fijadas al inicio del año. Incluso los analistas del «mercado» (que tienden a estar a mitad de camino entre la meta y la realidad) plantean, hoy, un escenario del 20% de inflación (5), luego de la minidevaluación de diciembre y de los aumentos de tarifas de servicios públicos que se pusieron en vigencia a partir del 1º de febrero de este año.
De más está decir que cualquier acuerdo deberá estar respaldado en una nueva «cláusula gatillo» que debería activarse inmediatamente, a diferencia de lo establece la última paritaria.
En tercer lugar, es hora de discutir seriamente las condiciones del empleo público, para evitar que continúe desjerarquizándose, lo que implica tanto terminar con la precariedad y garantizar la debida estabilidad a todos los trabajadores, como recuperar, luego de décadas de continuo deterioro, niveles razonables para los salarios.