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Un yerbal aliado del medio ambiente

(Prensa INYM) Visitamos la chacra de Luis Daniluk, un pequeño productor de 25 Mayo que combina la yerba mate con otras actividades productivas y apuesta al autoabastecimiento.

El yerbal de Luis Daniluk, ubicado en el paraje “A del Valle Chico”, a pocos kilómetros de 25 de Mayo, es un claro ejemplo de cómo se puede realizar un manejo sustentable con el medio ambiente y que, al mismo tiempo, nos entregue buenos rindes en casa cosecha.


Además es el típico caso del agricultor que vive en la chacra y se autoabastece de lo que produce. Por supuesto, para eso es fundamental darle prioridad a dos factores muy importantes: el cuidado del suelo y el aporte de materia orgánica.


“Cada año estamos tratando de no usar herbicidas ni otro producto similar, utilizamos abono orgánico que obtenemos con la ‘cama’ de los cerdos y también elaboramos ceniza con los huesos que traemos del matadero, para el aporte de fósforo al suelo”, explicó.

Como muchos hijos de agricultores, en algún momento Luis partió en busca de nuevos horizontes. En Buenos Aires trabajó durante mucho tiempo y formó su familia, pero hace unos años decidió dar un nuevo vuelco a su vida y regresó para volver a poner en marcha la chacra que le habían dejado sus padres. Luego de ordenar las cosas con sus hermanos, empezó la tarea con un objetivo claro: producir para el autoconsumo en forma amigable con el medio ambiente. “La chacra es nuestra casa, es el lugar donde vivimos y me gusta respirar aire puro; además, acá vienen mi nietos”, enfatizó.

En su chacra no falta la carne, ni la leche; tampoco los huevos, las verduras y las frutas como bananas, uvas y cítricos. Las seis hectáreas de yerba mate, en tanto, le proporcionan el ingreso de dinero en cada cosecha y por eso la cuida. “Hacemos una mezcla de azufre con cal común y con eso fumigamos; además de la ceniza de huesos y toda la materia orgánica que incorporamos al suelo”, detalló.

Con el asesoramiento de la técnica del INYM que trabaja en la zona, está en pleno proceso de recuperación de una parcela bastante castigada, pero que lentamente va mejorando como las otras. “Lo que observamos es un trabajo de años que demuestra que se puede”, destacó la ingeniera agrónoma Gabriela Silva Dico, del Servicio de Extensión Yerbatero. La profesional acompaña a Luis y lo alienta para que continúe con el manejo que realiza. “Es difícil dejar los agroquímicos para el control de las malezas porque la carpida que es un trabajo intenso, pero se puede hacer mediante el uso de cubiertas de verano e invierno que no compiten con la yerba. Además – añadió- trabajamos mucho en el manejo de caminos empastados para que el agua quede en la chacra”.

Con financiamiento del INYM, Daniluk adquirió una motosierra y una motoguadaña que lo ayudan a manejar su yerbal. Todo el trabajo lo hace con su familia; incluso la cosecha. Hoy la yerba vale y eso le permite organizar mejor la zafra para garantizar sus ingresos. “Tenemos seis meses para levantar la hoja verde y por suerte está la cooperativa cerca; entonces – explica – cargamos en mi pequeño acoplado 1.000 0 1.500 kilos y llevamos. Pero supongamos que sean 500 kilos por día, igual es mucha plata”.

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