Una guerra comercial en ciernes
La imposición de aranceles puede derivar en la búsqueda de nuevos mercados, viéndose algunos países beneficiados, mientras que otros sufrirán las consecuencias.
(RT) El arancel impuesto por el Gobierno de EE.UU. a las importaciones de acero y aluminio fue la última gota que hizo estallar la guerra comercial. China decidió responder a esa medida con la misma moneda, por lo que impuso 3.000 millones de dólares en tarifas a 128 productos estadounidenses. El conflicto amenaza con afectar a muchos, aunque también beneficiará a otros mercados.
Algunos de los principales perjudicados serán quienes proveen a China de piezas y de componentes para productos que Pekín luego vende a EE.UU., destaca el diario South China Morning Post. Entre ellos, figuran países como Corea del Sur, Vietnam, Malasia y la región china de Taiwán.
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Incluso Japón podría correr riesgos, ya que el año pasado exportó casi 700.000 millones de dólares, principalmente, a China y a EE.UU. Autos, equipos electrónicos, computadoras, hierro y acero fueron sus principales ventas, artículos todos ellos que se encuentran en el centro de la guerra comercial.
En riesgo
Por otra parte, si China respondiera de manera favorable al pedido de la Casa Blanca de reducir en 100.000 millones de dólares su superávit comercial, podría comenzar a comprar chips producidos en EE.UU., lo que preocupa a las autoridades surcoreanas, japonesas y taiwanesas, ya que, de hacerlo, dejaría de lado a sus proveedores asiáticos.
Mientras tanto, en Hong Kong estiman que la disputa podría afectar a uno de cada cinco puestos de trabajo. «El libre comercio es una base importante de nuestro éxito», explicó el secretario de Finanzas de la ciudad, Paul Chan Mo-po.
Los que celebran la disputa
Interrumpir la importación de productos de EE.UU. obliga a las autoridades chinas a buscar nuevos vendedores y una de sus principales demandas será la de soja, ya que a la estadounidense le impuso una nueva tarifa de 25%. Ante este escenario, Argentina y Brasil esperan convertirse en proveedores del mayor comprador del mundo de este cultivo.
«La agricultura es una de las áreas que China utilizará para devolverle el golpe a Trump», sostiene el economista Allan von Mehren. En este sentido, el experto en política internacional de la Universidad Federal Oriental de Vladivostok, Artyom Lukin, cree que Rusia podría compensar parte del déficit en el suministro de soja.
Otro alimento afectado por la disputa es el porcino, por lo que la caída de las ventas estadounidenses derivaría en una ventaja para los productores rusos, daneses, alemanes y españoles.
Aviones, acero y aluminio
La producción del gigante asiático también se verá afectada por la guerra comercial, por lo que, en el caso de los aviones, China podría dejar de comprar a Boeing y redirigir la mirada hacia los Airbus europeos.
Por último, en cuanto al acero y al aluminio, los aranceles fijados por la Administración de Donald Trump podrían hacer que Pekín busque nuevos mercados para colocar su producción, con el consiguiente recorte de sus ganancias por exceso de stock. Esta reducción del precio beneficiaría, entre otros, a Filipinas, estimó su secretario de Comercio, Ramon Lopez.
Más allá de las especulaciones sobre qué países resultarían beneficiados, conviene recordar el dicho que reza: «En una guerra comercial, nadie gana».