Volvé, Andresito, volvé
Carlos Resio.
En 1815 José Artigas envió a su hijo adoptivo Andrés Guaçurarí a recobrar el pueblo de Candelaria, desde 1811 en manos del gobierno paraguayo, para ponerlo bajo administración de los hijos de esa tierra. Después de iniciada la campaña y antes de iniciar el asedio, Andresito recibe una carta de Artigas mediante la cual lo arenga y le da algunas instrucciones y en el cierre le escribe “Seamos libres y seremos felices. Así, exhórtelos usted continuamente a sus paisanos para que no se dejen engañar y propendan a sostener el triunfo de su libertad”.
Detrás de la intención de Artigas para recuperar Candelaria había un proyecto político. A su vez, el comandante guaraní, antes del ataque, escribe un oficio a su adversario en el que reconoce su derecho de otro lado del Paraná y se dirige a él “de un americano a otro y como hermanos que somos”. También allí había un proyecto político, al igual que en las campañas que le siguieron contra el ejército portugués de Brasil que invadía el territorio de las misiones orientales en beneficio de Gran Bretaña. Para ello Brasil había contratado a Lord Béresford, aquel de las primera invasión inglesa de 1806 para que organizara sus ejércitos y Lord Strangford, embajador británico, movía los hilos de esa maquinaria. El propio Buenos Aires fue también su enemigo, recordemos la vergonzosa carta que Carlos María de Alvear, aquel de la elegante avenida y e imponente monumento en Buenos Aires, en la que ofrece entregar Argentina a los británicos en protectorado y la declarada enemistad que la capital tenía contra ambos caudillos populares a punto de poner precio a sus cabezas.
Artigas, quien conocía bien a su pueblo, había estudiado la revolución norteamericana, sus textos fundantes y los que vinieron de la Europa revolucionaria, proponía una confederación de estados autónomos y Andresito defendía esa idea pensando en sus paisanos. Un proyecto de soberanía popular.
En el reciente 2 de abril conmemoramos el sacrificio de los combatientes de Malvinas como forma de reafirmar nuestros derechos sobre el territorio usurpado en 1833 y, como lo mencioné en mi columna del 30 de marzo, nos queda una sensación de no haber cumplido. Es que de poco sirve que nos inflamemos de emoción al evocar las islas cuando en nuestro territorio, el que ya tenemos, muchas veces quienes disfrutan de sus riquezas son extranjeros y cipayos para los que reclamar esa porción del atlántico sur es cosa de trasnochados y patrioteros.
En mi columna mencioné las definiciones de Beatriz Sarlo y de Patricia Bullrich, y en estos días, ante la encuesta de un diario inglés en la que se indica que una gran parte de los británicos nos dan la razón, la provocadora frase de Hugo Alconada Mon en la que afirma que habría que preguntarles a los kelpers si ellos quieren ser Argentinos y con la que agrega aún más malicia cipaya. Se puede ver en estas declaraciones un sutil, o no tanto, trabajo de pinzas desde dentro de nuestro propio territorio para seguir confundiendo a nuestro pueblo alejándolo de lograr una conciencia soberana otorgando a tal anhelo un mero sentimiento irreflexivo de patrioterismo meramente declarativo.
Mientras tanto, entre muchísimos otros casos, Luciano Benetton, italiano, es el dueño de una superficie similar a Malvinas en la misma Patagonia, Joe Lewis, británico, puede construir pistas de aterrizaje aptas para operar con aviones de combate y negar el paso a un lago público.A su vez, nuestro gobierno no se digna a impulsar la recuperación del río Paraná como fuente y motor del desarrollo nacional y que se encuentra hoy y desde hace décadas en manos de exportadores y operadores extranjeros.
De la misma manera, nuestro país, una nación eminentemente marítima, no controla la salida al atlántico de su producción y se demora en la concreción del canal Magdalena, la recuperación de una flota mercante como la que ya tuvimos y la recuperación y control de puertos fluviales por donde se desangra nuestra patria como nos lo explica magníficamente Luciano Orellano en su libro “Argentina sangra por las barrancas del rio Paraná”. Allí están los compañeros de la coordinadora para la recuperación del río Paraná para dar pelea organizando una marcha federal para el 20 de abril para que se derogue el decreto 949 y se inicie la construcción del canal Magdalena.
Son tantos los ejemplos de soberanía vulnerada ante nuestra mirada y con nuestro permiso que debería avergonzarnos ante quienes homenajeamos el 2 de abril. Y nos indigna especialmente cuando las defecciones y el desinterés se produce por parte de nuestro gobierno nacional y popular y es por esto que quienes creemos que defender la soberanía es hacerlo en todos los campos también decimos que la deuda con el FMI es una más de las batallas perdidas en la recuperación de la soberanía y podemos ver sus efectos en tal sentido cuando un gobierno entreguista, neoliberal y antinacional como el de Horacio Rodríguez Larreta puede apalear a cieneastas por reclamar pacíficamente para no perder el apoyo estatal para el desarrollo de la industria cinematográfica nacional, símbolo de soberanía cultural ¡Por reclamar un apoyo que está siendo retaceado por el gobierno que nosotros mismos conseguimos y que se supone nacional y popular!
Cuando se pierde la soberanía, se pierde la posibilidad de construir el propio proyecto nacional. Un proyecto soberano no solo es aquel que preserva sus fronteras y su territorio sino, y sobre todo, el que decide qué hacer con lo que queda dentro. No pareciera ser que estemos bien encaminados. Mientras intereses foráneos se llevan nuestros recursos pagando migajas a quienes nos venden, una gran porción de nuestro pueblo no accede a la canasta básica de alimentos en el país que los produce en gran cantidad para el resto del mundo. Y esto es posible por los efectos de gobiernos cómplices e interesados por que así sea, como fueron los gobierno neoliberales, pero también por la falta de decisión o interés político del actual gobierno que pareciera no ver en la pérdida de soberanía el origen de estos males.
Acecha en el horizonte cercano el retorno de la derecha insaciable que no duda en hambrear al pueblo con tal de engordar sus cuentas offshore. Ya están organizando sus huestes y huelen la posibilidad de su retorno para ser peores ante el desatino y las rencillas estériles del espacio gobernante. La prensa canalla y la justicia del lawfare siguen intactas, cientos de funcionarios nombrados por el macrismo siguen en sus cargos, el nacimiento de esperpentos de derecha fascista seducen con propuestas disparatadas, el incipiente crecimiento quedan en manos de quienes lucran con la peste y la guerra y la respuesta a esto es el diálogo del cordero con el lobo. El pueblo sigue esperando con los dientes y puños apretados. No será para siempre.
Cuando el rumbo se pierde, las ilusiones se desvanecen y el horizonte se oscurece allí están quienes resisten y luchan por no perder nuestro proyecto soberano y también está la antorcha encendida de Andresito, el que defendió la soberanía de un proyecto que incluía a su gente y la liberaba del engaño. El comandante no merece que se lo recuerde con un decorativo mamotreto de chapa o mencionando su nombre para lograr un brillo personal que no se tiene mientras se proclaman enunciados vacíos. Pareciera ser que quienes dicen honrarlo apenas si pueden simular sus valores.
Recuperar a Andrés Guaçurarí y reconocer en su lucha la pelea por una idea, por un proyecto nacional que contenga a las mayorías populares, que las saque del engaño y propendan al sueño de libertad, es recuperar el camino de soberanía por el que transitaron nuestros más queridos próceres. Y a pesar del intento de borrarlo, su lucha y la de muchos otros y otras están ahí para ser contadas para emularles, como la cuenta Mario Bofill y le reclama: “Una vez más, por nosotros volvé, Andresito, volvé”.
Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3